MCTV- A veces la preocupación y las múltiples obligaciones nos quitan el apetito y el sueño. ¿Te ha sucedido alguna vez? Dejarse llevar por las adversidades es peligroso, la poca y mala alimentación, originan que el cuerpo se debilite y que seamos más propensos a cualquier tipo de enfermedad, Tener pocas fuerzas nos impiden continuar con nuestras actividades diarias.
¿Cómo te has encontrado después de no comer por lo menos un día? ¿Acaso tienes ganas de hacer algo más al día siguiente? Debes saber que del mismo modo que se debilita tu cuerpo, se debilita también tu espíritu cuando no lo alimentas con el pan diario del Señor. Es posible que tengas preocupaciones y ocupaciones, pero nada justifica que descuides tu alimentación.
Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. Juan 6:33
En otras palabras ¡Cristo mismo es la respuesta! Como el mana que Dios envió para sustentar la vida de los hijos de Israel en el desierto, Jesús es para nosotros el pan de Dios, el don enviado para sustentar nuestra vida hoy y todos los días. El pan de Dios, cuando se come todos los días produce una calidad de vida que Jesús mismo disfrutó. Cristo participaba en una vida que brotaba directamente de su Padre celestial; una vida, que también debe animarnos a nosotros. David Wilkerson
“Como… yo vivo por el Padre, asimismo, el que me come, él también vivirá por mí” Juan 6:57
No esperes ser fuerte y vencer las tentaciones si tu espíritu está débil. No esperes concluir con la misión que Dios te dio sino tienes hambre de Él. Si no tienes apetito de saber más de Jesús, de orar, de cumplir con sus mandamientos, si no tienes ese fuego encendido en tu corazón por el Señor, por santidad, por obedecer, por agradarle, debes saber que cuanto más una persona se aleje de Cristo, la fuente de toda vida, tanto más se adueña de ella la muerte.
He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová. Amos 8:11
¡Hay una buena noticia! Dios desea poner esa hambre en ti. Si te has descuidado de alimentarte espiritualmente, en éste momento ponte de rodillas y pídele a Dios que te de hambre de conocerlo, de su Palabra y de su poder. Toma la decisión de volver a tener esa pasión por Cristo y esfuérzate para no volver a descuidar.
¡Alimentarse no es solo un placer, es una necesidad!
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