MCTV Ingvar Kamprad, es un millonario sueco que proviene de una familia humilde. Tenía una gran casa en la ciudad, aunque sus padres preferían seguir viviendo en una humilde choza en el campo.
Tras el fallecimiento de su padre, pensó que era una oportunidad, para que su madre no quedara sola en el campo, por lo que la invitó a vivir en su casa. Ingvar se ocupó personalmente de que nada le faltara a su madre, para que pudiera vivir cómodamente y para esto le asignó algunos empleados para que la cuidaran y hasta puso un chofer a su disposición, para que pudiera pasear y distraerse. Después de algunas semanas notaron que siempre pedía al chofer que la dejara a las ocho de la mañana, en una esquina importante de la ciudad y la recogiera a las cuatro de la tarde.
Este comportamiento constante despertó la curiosidad de su hijo y al investigar, pudo comprobar que su madre estaba trabajando como empleada doméstica en una casa de familia. Con dolor, el hijo le preguntó si acaso le faltaba algo, que no le había provisto, pero simplemente respondió que prefería mantenerse ocupada, en lugar de pasar tanta cantidad de horas sin saber que hacer.
Aquel hombre de negocios comprendió que su madre, no trabajaba por algo material, ni por dinero, sino por algo mucho mas profundo, la necesidad de sentirse útil y digna.
Eclesiastés 3:12-13 dice: “Yo sé que lo mejor que puede hacer el hombre es divertirse y disfrutar de la vida, pues si comemos y bebemos y contemplamos los beneficios de nuestro trabajo, es porque Dios nos lo ha concedido.” Versión Dios Habla Hoy (DHH)
Según un estudio de la ONU, el mundo hoy tiene cerca de doscientas once millones de personas sin empleo y globalmente, se necesitarán crear cuatrocientos setenta millones de nuevos puestos en los próximos cinco años sólo para mantener el paso del crecimiento poblacional.
Lógicamente un empleo nos demandará esfuerzo físico y mental, además de representar un desafío a nuestras capacidades para que de tal manera podamos superarnos y a veces esto nos hace olvidar lo privilegiados que somos al contar con un trabajo. Quizás la rutina y el cansancio nos ha llevado a enfocarnos en los problemas, llegando al punto de despreciar lo que tenemos, mientras otros nos ven como personas afortunadas por nuestro trabajo.
Uno de los personajes bíblicos más conocidos es José, el hijo de Jacob. Cuando la Biblia relata su historia, en ninguno de los pasajes se hace mención de alguna queja de su parte, cuando le tocó ser esclavo. Por el contrario, lo que se resalta de él es la excelencia con la que realizaba todo lo que se le encomendaba, esto con el tiempo, lo llevó a ocupar importantes puestos de gobierno. No reniegues de tu trabajo, más bien haz tu mejor esfuerzo, recuerda que tu actitud, determinará tu futuro.
Tal vez, hoy tú no cuentas con un trabajo, pero lejos de desanimarte por tu situación actual, puedes atreverte a elevar una oración de fe, a quien realmente es el encargado de abrir puertas que nadie puede cerrar.
Mateo 7:7-8 dice: ”Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán; llamen a la puerta, y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama a la puerta, se le abre.” Versión Dios Habla Hoy (DHH)
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