MCTV- “Y cuando venga la tristeza que odio a golpear a tu puerta,dile que yo te esperoy cuando la soledad quiera que cambies la sortija en que está mi nombre escrito,dile a la soledad que hable conmigo, que yo debí marcharmeporque soy un soldado,y que allí donde estoy,bajo la lluvia o bajoel fuego, amor mío te espero…” (La carta en el camino, Pablo Neruda).
Algo revelador respecto de los poemas y canciones de “amor” es que su fuerza creativa y su dramatismo crecen cuanto mayor es la ausencia de su objeto. El amor realizado raras veces produce algo tan vital y potente como la crónica de la distancia, la prohibición o la ruptura. Es claro que hay poemas notables que dan cuenta de las beatitudes de lo que se tiene aunque casi siempre terminan siendo un canto a la levedad de la posesión.
Algo revelador respecto de los poemas y canciones de “amor” es que su fuerza creativa y su dramatismo crecen cuanto mayor es la ausencia de su objeto. El amor realizado raras veces produce algo tan vital y potente como la crónica de la distancia, la prohibición o la ruptura. Es claro que hay poemas notables que dan cuenta de las beatitudes de lo que se tiene aunque casi siempre terminan siendo un canto a la levedad de la posesión.
Donde también la poesía adquiere una fuerza enorme es en su compromiso con la historia y sus combates:“Preguntaréis: Y dónde están las lilas?Y la metafísica cubierta de amapolas?Y la lluvia que a menudo golpeabasus palabras llenándolasde agujeros y pájaros?” Así comienza Neruda el poema “Explico algunas cosas”. En él describe el giro que provocó en su obra el haber presenciado la brutalidad de la Guerra Civil española. Se volcó a una poesía que tenía que denunciar, describir el desorden y el dolor del mundo, pronunciarse contra la injusticia y la opresión. No es que las lilas, las amapolas y la lluvia hayan dejado de ser hermosas: es que el poeta ha de responder también al llamado de la guerra y tomar las armas contra la maquinaria del poder inicuo. La poesía romántica describe el drama de uno; la poesía militante el dolor del mundo. En ese sentido, es más generosa.
No es panfletaria, sin embargo. Los lugares comunes de la propaganda con sus consignas, afiches y discursos pueden encender momentáneamente la pasión pero muere como la estrella fugaz que se incendia cuando entra en colisión con el mundo. La poesía que se compromete tiene que ser urgente pero profunda, conducente a la vez que sensible, simple e inmensamente humana.
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