MCTV- Hoy me nace hablar de unas cuantas cosas.
Hace pocas horas recibí un par de comentarios, desagradables por cierto, debido a que en una conversación dije que me dolía profundamente lo que está viviendo Venezuela, vecino país de mi hermosa Colombia; y lo que escuché fue: “¿y en qué te puede afectar a ti, sino estás allá y tu familia no está ni siquiera cerca?”
Lo que me llevó a pensar en lo siguiente:
En primer lugar, aunque no soy venezolana, me duele por lo que están pasando, son personas que anhelan libertad, paz y dignidad en su patria; por tanto, aunque no haya nacido en el país ya mencionado, me uno a la lucha y a su fervoroso deseo de libertad. No hablo de política, porque no me concierne y además no tengo las herramientas suficientes para realizar un análisis político profundo. Lo que si tengo claro es lo que vive actualmente su gente, el pueblo que está en medio de un conflicto que parece estar peor cada día; motivo por el cual mi corazón se aflige, pero mantengo la fe, se que Dios lo puede todo.
En segundo lugar, se perfectamente que en otras partes del mundo se están viviendo situaciones muy dolorosas, y terribles, al igual que en Venezuela, lo cual, no quiere decir que no me importen, o que no podamos orar por ellos, debido a la lejanía. Nuestro llamado es claro y además, como dice Santiago 5:16 b “La oración eficaz del justo puede mucho”. Sé que nada pasa sin que Dios tenga conocimiento, sin embargo es necesario tener claro, que nuestras oraciones, pueden llegar al cielo y bajar a la tierra en forma de paz a los corazones y de ayuda a los que más lo necesitan en estos momentos de dolorosa guerra, porque al parecer, no hay otro nombre que le podamos dar a estos hechos que recientemente se están viviendo en el mundo.
Bien es sabido que el cambio que esperamos ver en el mundo, debe empezar por nosotros mismos. Somos esclavos de muchas situaciones, pecados, heridas, e incluso de vicios; pero es por ello que se necesita, para ver y vivir la libertad, empezar por soltarnos de las cadenas que nos mantienen atados. No se trata de un remedio milagroso, ni de un truco práctico. Decisiones, de eso se trata. Estamos en un lugar que ya tiene suficiente con todo lo que pasa por doquier, de hecho, tú debes estar cansado de aquello que parece imposible cambiar; pero no es así. Estás cansado porque las cadenas son pesadas, porque muchas veces lo negativo se hace más insoportable que otras situaciones, pero este es el momento para decir: No más! Así como anhelas ser libre, esa misma fuerza inviértela en romper con tu yugo, empieza a pedirle a Dios por dominio propio, sabiduría, fortaleza y fruto del espíritu. Esta sí es la única salida, así podrás vivir en libertad, y empezar a ser parte del cambio que quieres ver.
Quiero enfatizar en el poder que nos ha sido dado, tanto en las palabras que salen de nuestra boca, como en la oración. Por ello te invito a que pongas en acción la fuerza que te ha sido dada, la fuerza de creer, de orar, de declarar palabras de vida y no de muerte; no solo para los que te rodean, o para los países que están en aflicción; sino también para tu vida. Para recibir las bendiciones que Dios tiene para ti.
Este es un tiempo de cambio. Tiempo para luchar, no con armas, ni con violencia; sino para luchar con las armas que un día, Dios nos dio.
Este es tu tiempo para vencer.
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